Placer prohibido.
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Placer prohibido.
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Placer prohibido. Los siento deslizándose como una fría serpiente cuyas lisas escamas acarician mi cuerpo. Al igual que una culebra por la arena, puedo ver como su avance deja una fina estela, un camino, y se pierde en la nada. Su fría calidez me reconforta y, al mismo tiempo, me hace temblar como si estuviera sola en la noche más fría de invierno, perdida entre la nieve.
Placer prohibido. Se encuentra en la línea que separa el bienestar del dolor, de manera que se camufla y llega a parecerse a ambos y a ninguno al mismo tiempo. A veces, simplemente lo ansío; otras, sin embargo, lo repudio y trato de deshacerme de él como el réptil que tira su camisa cuando ya no le es necesaria.
Placer prohibido. Efímero y agudo como el pinchazo de una aguja, pero relajante como una eterna y cálida cascada cayendo sin cesar. Es contradictorio y, de alguna forma, circular. Es como una enorme circunferencia, o una espiral infinita en la que el principio y el final se mezclan y sus límites se difuminan. Me pierdo siguiendo su forma, pero, como en cualquier círculo, estoy atrapada en el circuito eterno que conecta el fin con un nuevo comienzo.
Placer prohibido. El sentirse poderoso de alguna forma calma a todos los seres. Sentir que se tiene el poder en las manos; en la mente, es tan reconfortante como creer que se es invencible. Mas es simplemente una ilusión que nos hace vernos mayores de lo que somos. Como si nos observáramos con una lupa y nos viéramos inmensos hasta que, borrado el espejismo, fueramos aplastados de nuevo por la sincera realidad.
Miedo a nada. Terror al vacío. No deseo la soledad. Soy débil como cualquier otro ser al que el valor se le ha sido arrebatado o negado. ¿Qué puedo hacer si no sé qué órgano fabrica el valor? Tal vez me fue arrebatado el alguna pesadilla, mientras dormía.
Monstruos. Demonios. Engendros terroríficos en cuerpos de persona. Gritos. Seres de pesadilla que viven en los más oscuros sueños de las personas a los que, al despertar, seguimos temiendo a pesar de reconocerlos como irreales.
El monstruo al que temo es sólo un réptil de fría piel, cuyas afiladas escamas arañan las piedas por las que se desliza. Pero si alejara a este monstruo de mí no lograría soñar nada de nuevo. ¿Cómo derrotarlo entonces? ¿Cómo volver a soñar? Si la fuerza me flaquea estando despierta, jamás podré plantarle cara cuando el sueño debilite mi cuerpo y mi mente, desprotegida, se encuentre cara a cara con él.
A veces logro acariciar a ese monstruo, y mi mano, crispada por el miedo, ya no tiembla, por lo que aparenta tranquila. Poco a poco su mordisco parece menos doloroso, y eso me calma, aunque sé que no es más que otra ilusión. Pero cada vez que muerde, aunque yo no lo sienta, una pequeña cantidad de su oscuro veneno penetra en mis venas y tiñe mi sangre con su negrura; oscureciendo lentamente mi corazón.
Si cayera en un abismo, sólo tendría a ese demonio por compañía, que me iría devorando con voracidad . Si continuara caminando bajo la luz del día, tal vez lograse realentizar su avance, pues las criaturas de las pesadillas no aparecen ante la luz. Pero, de todas formas, el réptil regresaría de nuevo cuando la soledad de la noche envolviese mi cuerpo. Nadie puede huír de una pesadilla sin final. Nadie puede escapar del terror a algo que sólo él puede ver. Simplemente puede, en silencio, desear derrotarlo, pese a que no puede hacer más que acurrucarse en una esquina, tembloroso, esperando a que las sombras desaparezcan al amanecer.
Placer prohibido. Poco a poco, cansada de asustarme, asimilo el dolor como algo normal. Tengo la esperanza de que, si dejo de temer a ese monstruo, se vaya por siempre, pero … Si no le temo dejaré de huír y, entonces, se acercará más y más hasta, como una gran serpiente, atraparme, rodearme y hacer que su cuerpo sea una cárcel cada vez más estrecha. Tal vez, entonces, no pueda huír. Tal vez, entonces, me quede atrapada por siempre dentro de mi pesadilla.
Placer prohibido. ¿Cuándo el dolor se transforma en placer? ¿Cuándo un simple miedo se vuelve pesadilla? ¿Desde cuándo las lágrimas se convierten en sangre? ¿Cuándo una sombra pasa a ser oscuridad? ¿Cuándo un grito se convierte en silencio? ¿Acaso sucede todo el día que tu corazón se vuelve un frío monstruo que te atrapa, hiriéndote con sus garras?
El placer prohibido llega cuando ya no separas el bien del mal. Puede que nadie llege a comprender jamás por qué ansías sentir ese prohibido placer que hace que la vida, cálida, mane de tu dolor. Tal vez su falta de entendimiento te confunda, pues a ti ya no te parece extraño desearlo. El monstruo ya te ha atrapado.
El placer prohibido no es más que la aceptación del dolor. Es permitir que el monstruo viva dentro de ti. Es no tratar de echarlo y sentir que realmente es necesario. Ahora ya no me asusta su mordisco. Ya no temo al filo de sus escamas, que se arrastran sobre mi piel. Ya no huyo de su fría mirada, que amenaza con herirme. Ya no tiemblo al verlo. Ahora, lo único que me asusta es que ya no temo al monstruo. Simplemente tengo miedo de que cada vez me cuesta más descubrir quien es el monstruo y quien soy yo.
Placer prohibido. Los siento deslizándose como una fría serpiente cuyas lisas escamas acarician mi cuerpo. Al igual que una culebra por la arena, puedo ver como su avance deja una fina estela, un camino, y se pierde en la nada. Su fría calidez me reconforta y, al mismo tiempo, me hace temblar como si estuviera sola en la noche más fría de invierno, perdida entre la nieve.
Placer prohibido. Se encuentra en la línea que separa el bienestar del dolor, de manera que se camufla y llega a parecerse a ambos y a ninguno al mismo tiempo. A veces, simplemente lo ansío; otras, sin embargo, lo repudio y trato de deshacerme de él como el réptil que tira su camisa cuando ya no le es necesaria.
Placer prohibido. Efímero y agudo como el pinchazo de una aguja, pero relajante como una eterna y cálida cascada cayendo sin cesar. Es contradictorio y, de alguna forma, circular. Es como una enorme circunferencia, o una espiral infinita en la que el principio y el final se mezclan y sus límites se difuminan. Me pierdo siguiendo su forma, pero, como en cualquier círculo, estoy atrapada en el circuito eterno que conecta el fin con un nuevo comienzo.
Placer prohibido. El sentirse poderoso de alguna forma calma a todos los seres. Sentir que se tiene el poder en las manos; en la mente, es tan reconfortante como creer que se es invencible. Mas es simplemente una ilusión que nos hace vernos mayores de lo que somos. Como si nos observáramos con una lupa y nos viéramos inmensos hasta que, borrado el espejismo, fueramos aplastados de nuevo por la sincera realidad.
Miedo a nada. Terror al vacío. No deseo la soledad. Soy débil como cualquier otro ser al que el valor se le ha sido arrebatado o negado. ¿Qué puedo hacer si no sé qué órgano fabrica el valor? Tal vez me fue arrebatado el alguna pesadilla, mientras dormía.
Monstruos. Demonios. Engendros terroríficos en cuerpos de persona. Gritos. Seres de pesadilla que viven en los más oscuros sueños de las personas a los que, al despertar, seguimos temiendo a pesar de reconocerlos como irreales.
El monstruo al que temo es sólo un réptil de fría piel, cuyas afiladas escamas arañan las piedas por las que se desliza. Pero si alejara a este monstruo de mí no lograría soñar nada de nuevo. ¿Cómo derrotarlo entonces? ¿Cómo volver a soñar? Si la fuerza me flaquea estando despierta, jamás podré plantarle cara cuando el sueño debilite mi cuerpo y mi mente, desprotegida, se encuentre cara a cara con él.
A veces logro acariciar a ese monstruo, y mi mano, crispada por el miedo, ya no tiembla, por lo que aparenta tranquila. Poco a poco su mordisco parece menos doloroso, y eso me calma, aunque sé que no es más que otra ilusión. Pero cada vez que muerde, aunque yo no lo sienta, una pequeña cantidad de su oscuro veneno penetra en mis venas y tiñe mi sangre con su negrura; oscureciendo lentamente mi corazón.
Si cayera en un abismo, sólo tendría a ese demonio por compañía, que me iría devorando con voracidad . Si continuara caminando bajo la luz del día, tal vez lograse realentizar su avance, pues las criaturas de las pesadillas no aparecen ante la luz. Pero, de todas formas, el réptil regresaría de nuevo cuando la soledad de la noche envolviese mi cuerpo. Nadie puede huír de una pesadilla sin final. Nadie puede escapar del terror a algo que sólo él puede ver. Simplemente puede, en silencio, desear derrotarlo, pese a que no puede hacer más que acurrucarse en una esquina, tembloroso, esperando a que las sombras desaparezcan al amanecer.
Placer prohibido. Poco a poco, cansada de asustarme, asimilo el dolor como algo normal. Tengo la esperanza de que, si dejo de temer a ese monstruo, se vaya por siempre, pero … Si no le temo dejaré de huír y, entonces, se acercará más y más hasta, como una gran serpiente, atraparme, rodearme y hacer que su cuerpo sea una cárcel cada vez más estrecha. Tal vez, entonces, no pueda huír. Tal vez, entonces, me quede atrapada por siempre dentro de mi pesadilla.
Placer prohibido. ¿Cuándo el dolor se transforma en placer? ¿Cuándo un simple miedo se vuelve pesadilla? ¿Desde cuándo las lágrimas se convierten en sangre? ¿Cuándo una sombra pasa a ser oscuridad? ¿Cuándo un grito se convierte en silencio? ¿Acaso sucede todo el día que tu corazón se vuelve un frío monstruo que te atrapa, hiriéndote con sus garras?
El placer prohibido llega cuando ya no separas el bien del mal. Puede que nadie llege a comprender jamás por qué ansías sentir ese prohibido placer que hace que la vida, cálida, mane de tu dolor. Tal vez su falta de entendimiento te confunda, pues a ti ya no te parece extraño desearlo. El monstruo ya te ha atrapado.
El placer prohibido no es más que la aceptación del dolor. Es permitir que el monstruo viva dentro de ti. Es no tratar de echarlo y sentir que realmente es necesario. Ahora ya no me asusta su mordisco. Ya no temo al filo de sus escamas, que se arrastran sobre mi piel. Ya no huyo de su fría mirada, que amenaza con herirme. Ya no tiemblo al verlo. Ahora, lo único que me asusta es que ya no temo al monstruo. Simplemente tengo miedo de que cada vez me cuesta más descubrir quien es el monstruo y quien soy yo.
Re: Placer prohibido.
Es muy bueno, pero a la vez no tanto, no se si me explico... vamos a dejarlo en que el relato es muy bueno, sigue escribiendo asi ¿vale Sheeg?
Estefano- Zou-Yasha
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Re: Placer prohibido.
Me gustó, pero hay como un aura siniestra que da mal rollo ... ... ¿Sucede algo, Sheeg ...?
... De todas formas, no creo tener derecho a preguntar XDU Lo siento u.u
Me ha gustado mucho. Lleno de complicadas metáforas que no logro descifrar y con un halo de tristeza ... Sublime, en serio.
... De todas formas, no creo tener derecho a preguntar XDU Lo siento u.u
Me ha gustado mucho. Lleno de complicadas metáforas que no logro descifrar y con un halo de tristeza ... Sublime, en serio.
Dekiru- Neko-Yasha
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