Solos.
4 participantes
Página 1 de 1.
Solos.
Esta es una pequeña ... ¿Historia? No sé si llamarla así, pero lo haré de todas formas XD.
Es una pequeña historia que tiene varios capítulos. Es algo rara y, más que nada, metafórica. Espero que os guste. Y si no os gusta, me da igual ^^ Por eso espero que os guste XDUUU
Solo.
“¿Quién eres?”
Sus ojos me taladraron, curiosos, mientras sus labios se curvaban en lo que sería una sonrisa tan real que no parecía fingida. Yo me encogí de hombros sin saber que decir. Esa era una pregunta complicada. Podía dar mi nombre. Podía contar algún breve fragmento de mi vida. No podía, sin embargo, transmitirle a ella toda la esencia de mi persona con un puñado de palabras; o al menos no sabía hacerlo.
Ella sonrió de nuevo. Su rostro no parecía más que una máscara, pero su realismo hacía ver que realmente ese era su aspecto. Si ignoraba su aparentemente alegre sonrisa, sus oscuros ojos me transmitían la misma soledad que dos agujeros negros perdidos en el medio del espacio. Parecía joven. Me atreví a preguntar lo mismo que ella, pues tal vez así recibiese un ejemplo de la respuesta que ella buscaba.
“¿Quién soy?”
Ladeó la cabeza, confusa, como si jamás se hubiera planteado la pregunta a si misma. Caviló unos instantes frunciendo el ceño. No parecía demasiado convencida. Finalmente su sonrisa, tan alegre que me resultaba extraña, iluminó de nuevo su rostro.
“Soy alguien feliz, ¿no lo ves?”
Ni un nombre. Ni una historia de su infancia. Ni sus aficciones. Nada. Simplemente una sonrisa que atravesaba su expresión mientras ella, llena de alegría, la señalaba. Mientras señalabra la sonrisa parecía, de alguna manera, estar tratando de mostrar al mundo entero el tamaño de su felicidad.
Torcí la boca poco conforme con su respuesta. Era demasiado ambigua. Así no podía saber quien era, y eso le dije; mas no pareció causarle ninguna clase de cambio externo.
“Soy alguien feliz.”
Lo repitió como si tratase de hacer sus palabras más reales, pese a que la repetición sólo servía para destacar algo, no para aumentar su intensidad. Mi mirada se tiñó de tristeza. Tal vez era infeliz y por eso no dejaba de sonreír, tratando de que esa muestra de ánimo la hiciese acabar alegrándose de verdad.
Le pregunté por qué estaba triste y ella negó, aunque pude percibir un leve temblor en sus labios cuando se esforzó por hacer su sonrisa más inmensa de lo que jamás había sido.
“No estoy triste. Soy feliz. ¿Acaso no puedes verlo?”
Por mucho que mis ojos escudriñaron, observaron y miraron, no pude ver más felicidad que aquella alegría falsa que dibujaba una sonrisa sobre una máscara hecha de piel. Suspiré. Tal vez no quería hablar de eso conmigo. No me conocía. ¿Por qué iba a hacerlo? Le pregunté entonces si no tenía nombre, pues deseaba poder llamarla de alguna manera.
“Lo tenía, mas no lo recuerdo.”
Su inexpresiva voz no acompañaban a el estado de ánimo que sus labios trataban de transmitir sin palabras. Quise abrazarla, pero éramos dos desconocidos. ¿Por qué habría de hacerlo?
“¿Y tú tienes nombre?”
Tal vez sólo trataba de desviar el tema, pero el leve brillo curioso que desprendió su mirada me convenció de que también quería saber. Negué lentamente. Le expliqué que tampoco yo recordaba mi nombre. Lo había olvidado hacía mucho tiempo, perdido en la soledad, y no lograba recordarlo por mucho que lo intentase.
“¡Qué curioso! ¡Parece que tenemos algo en común!”
Asentí lentamente. Era cierto. Me alegraba encontrar a alguien que no tuviera nombre, como yo, porque de pronto sentía que era una persona menos extraña. Clavé mis ojos en los suyos, opacos, y traté de sonreír, pero sólo una mueca cruzó mi boca. Ya no recordaba la forma de hacerlo.
“¡¿Qué ha sido eso?! ¡Qué terrible intento de sonrisa!”
Se acercó a mí y estiró mis mejillas con las manos, sin delicadeza, pero no logró demasiado. Una chispa de frustración recorrió sus oscuros ojos antes de que el buen humor volviese a ella.
“¿No sabes sonreír?”
Me encogí de hombros. No es que no supiera. Ni siquiera sabía si sabía. Supuse que era un dato demasiado patético para ser revelado y me lo guardé. Ella ladeó la cabeza.
“Vaya … Yo no sé llorar. ¿Te lo puedes creer?”
La miré con una enorme sorpresa. ¿No sabía llorar? ¿Cómo podía ser eso? Si no hacía falta saber, pues salía solo. Ella simplemente torció la sonrisa.
“No pongas esa cara de asombro … Al fin y al cabo, tú no sabes sonreír, ¿verdad?”
Su aplastante lógica me hizo asentir. No podía negar sus palabras. No podía reprocharle no saber llorar cuando yo era totalmente incapaz de esbozar la más leve sonrisa. Este pensamiento me apenó. Éramos seres incompletos. Le pregunté por qué sería así, pero ella pareció poco interesada en el tema.
“Simplemente somos así. Aunque trates de encontrarle lógica, no lo lograrás.”
Tal vez no daba vueltas a las cosas y por eso lograba sonreír siempre. Yo, sin embargo, no podía hacerlo porque tan sólo sabía preocuparme por cada paso que daba.
“Si te preocupas por todo jamás lograrás parecer feliz.”
No quise decirle que me daba igual parecer feliz. No quería ser como ella y ocultar una honda pena en mis ojos mientras mi boca lo enmascaraba con la luz de una sonrisa.
Caminamos un rato hombro con hombro. En ese inmenso mundo blanco ella era la primera señal de vida que veía aparecer. ¿Cómo podíamos haber vagado tantos años sin encontrarnos antes? Tal vez ese mundo era infinito y muchos más seres vagaban en él sin cruzarse jamás. Compartí esta opinión con ella, que rió sin más.
“Puede ser. ¿Quién sabe? Tal vez no haya nadie más.”
Sus palabras transmitían soledad. ¿Cómo lograba sonreír si había estado sola? ¿No la había consumido la tristeza? Tal vez sonreía por algo, y yo quería saber el por qué.
“¿Por qué sonrío? Porque soy feliz, ya lo he dicho varias veces.”
No la creí, como las otras veces. Era imposible creerla.
“Si no sonríes y aparentas tristeza, todos se preocuparán por ti. ¿No te causa esto más dolor que el hecho de sonreír?”
No supe decir nada. No supe hacer gesto alguno. Simplemente la miré. ¿Acaso tenía razón? Yo no era quien para saberlo. La envidiaba. Podía sonreír siempre mientras que yo, aún estando feliz, no recordaba haber hecho eso nunca antes.
Llegamos a un pundo blanco, igual que el resto del mundo, y sonrió una vez más.
“Aquí nos despedimos.”
Quise detenerla. Sólo supe mascullar. Poco a poco se alejaba y, con ella, la luz que volvía nuestro mundo de color blanco. Noté una lágrima triste bajando por mi mejilla. Con su ausencia, sin su sonrisa, todo regresaba a la negrura del principio. La soledad regresaba y me envolvía. Pena. Frío. Miedo.
Por favor … No me dejes …
Bueno. Es "el primer capi", por así decirlo. Acepto críticas y eso.
Es una pequeña historia que tiene varios capítulos. Es algo rara y, más que nada, metafórica. Espero que os guste. Y si no os gusta, me da igual ^^ Por eso espero que os guste XDUUU
Solo.
“¿Quién eres?”
Sus ojos me taladraron, curiosos, mientras sus labios se curvaban en lo que sería una sonrisa tan real que no parecía fingida. Yo me encogí de hombros sin saber que decir. Esa era una pregunta complicada. Podía dar mi nombre. Podía contar algún breve fragmento de mi vida. No podía, sin embargo, transmitirle a ella toda la esencia de mi persona con un puñado de palabras; o al menos no sabía hacerlo.
Ella sonrió de nuevo. Su rostro no parecía más que una máscara, pero su realismo hacía ver que realmente ese era su aspecto. Si ignoraba su aparentemente alegre sonrisa, sus oscuros ojos me transmitían la misma soledad que dos agujeros negros perdidos en el medio del espacio. Parecía joven. Me atreví a preguntar lo mismo que ella, pues tal vez así recibiese un ejemplo de la respuesta que ella buscaba.
“¿Quién soy?”
Ladeó la cabeza, confusa, como si jamás se hubiera planteado la pregunta a si misma. Caviló unos instantes frunciendo el ceño. No parecía demasiado convencida. Finalmente su sonrisa, tan alegre que me resultaba extraña, iluminó de nuevo su rostro.
“Soy alguien feliz, ¿no lo ves?”
Ni un nombre. Ni una historia de su infancia. Ni sus aficciones. Nada. Simplemente una sonrisa que atravesaba su expresión mientras ella, llena de alegría, la señalaba. Mientras señalabra la sonrisa parecía, de alguna manera, estar tratando de mostrar al mundo entero el tamaño de su felicidad.
Torcí la boca poco conforme con su respuesta. Era demasiado ambigua. Así no podía saber quien era, y eso le dije; mas no pareció causarle ninguna clase de cambio externo.
“Soy alguien feliz.”
Lo repitió como si tratase de hacer sus palabras más reales, pese a que la repetición sólo servía para destacar algo, no para aumentar su intensidad. Mi mirada se tiñó de tristeza. Tal vez era infeliz y por eso no dejaba de sonreír, tratando de que esa muestra de ánimo la hiciese acabar alegrándose de verdad.
Le pregunté por qué estaba triste y ella negó, aunque pude percibir un leve temblor en sus labios cuando se esforzó por hacer su sonrisa más inmensa de lo que jamás había sido.
“No estoy triste. Soy feliz. ¿Acaso no puedes verlo?”
Por mucho que mis ojos escudriñaron, observaron y miraron, no pude ver más felicidad que aquella alegría falsa que dibujaba una sonrisa sobre una máscara hecha de piel. Suspiré. Tal vez no quería hablar de eso conmigo. No me conocía. ¿Por qué iba a hacerlo? Le pregunté entonces si no tenía nombre, pues deseaba poder llamarla de alguna manera.
“Lo tenía, mas no lo recuerdo.”
Su inexpresiva voz no acompañaban a el estado de ánimo que sus labios trataban de transmitir sin palabras. Quise abrazarla, pero éramos dos desconocidos. ¿Por qué habría de hacerlo?
“¿Y tú tienes nombre?”
Tal vez sólo trataba de desviar el tema, pero el leve brillo curioso que desprendió su mirada me convenció de que también quería saber. Negué lentamente. Le expliqué que tampoco yo recordaba mi nombre. Lo había olvidado hacía mucho tiempo, perdido en la soledad, y no lograba recordarlo por mucho que lo intentase.
“¡Qué curioso! ¡Parece que tenemos algo en común!”
Asentí lentamente. Era cierto. Me alegraba encontrar a alguien que no tuviera nombre, como yo, porque de pronto sentía que era una persona menos extraña. Clavé mis ojos en los suyos, opacos, y traté de sonreír, pero sólo una mueca cruzó mi boca. Ya no recordaba la forma de hacerlo.
“¡¿Qué ha sido eso?! ¡Qué terrible intento de sonrisa!”
Se acercó a mí y estiró mis mejillas con las manos, sin delicadeza, pero no logró demasiado. Una chispa de frustración recorrió sus oscuros ojos antes de que el buen humor volviese a ella.
“¿No sabes sonreír?”
Me encogí de hombros. No es que no supiera. Ni siquiera sabía si sabía. Supuse que era un dato demasiado patético para ser revelado y me lo guardé. Ella ladeó la cabeza.
“Vaya … Yo no sé llorar. ¿Te lo puedes creer?”
La miré con una enorme sorpresa. ¿No sabía llorar? ¿Cómo podía ser eso? Si no hacía falta saber, pues salía solo. Ella simplemente torció la sonrisa.
“No pongas esa cara de asombro … Al fin y al cabo, tú no sabes sonreír, ¿verdad?”
Su aplastante lógica me hizo asentir. No podía negar sus palabras. No podía reprocharle no saber llorar cuando yo era totalmente incapaz de esbozar la más leve sonrisa. Este pensamiento me apenó. Éramos seres incompletos. Le pregunté por qué sería así, pero ella pareció poco interesada en el tema.
“Simplemente somos así. Aunque trates de encontrarle lógica, no lo lograrás.”
Tal vez no daba vueltas a las cosas y por eso lograba sonreír siempre. Yo, sin embargo, no podía hacerlo porque tan sólo sabía preocuparme por cada paso que daba.
“Si te preocupas por todo jamás lograrás parecer feliz.”
No quise decirle que me daba igual parecer feliz. No quería ser como ella y ocultar una honda pena en mis ojos mientras mi boca lo enmascaraba con la luz de una sonrisa.
Caminamos un rato hombro con hombro. En ese inmenso mundo blanco ella era la primera señal de vida que veía aparecer. ¿Cómo podíamos haber vagado tantos años sin encontrarnos antes? Tal vez ese mundo era infinito y muchos más seres vagaban en él sin cruzarse jamás. Compartí esta opinión con ella, que rió sin más.
“Puede ser. ¿Quién sabe? Tal vez no haya nadie más.”
Sus palabras transmitían soledad. ¿Cómo lograba sonreír si había estado sola? ¿No la había consumido la tristeza? Tal vez sonreía por algo, y yo quería saber el por qué.
“¿Por qué sonrío? Porque soy feliz, ya lo he dicho varias veces.”
No la creí, como las otras veces. Era imposible creerla.
“Si no sonríes y aparentas tristeza, todos se preocuparán por ti. ¿No te causa esto más dolor que el hecho de sonreír?”
No supe decir nada. No supe hacer gesto alguno. Simplemente la miré. ¿Acaso tenía razón? Yo no era quien para saberlo. La envidiaba. Podía sonreír siempre mientras que yo, aún estando feliz, no recordaba haber hecho eso nunca antes.
Llegamos a un pundo blanco, igual que el resto del mundo, y sonrió una vez más.
“Aquí nos despedimos.”
Quise detenerla. Sólo supe mascullar. Poco a poco se alejaba y, con ella, la luz que volvía nuestro mundo de color blanco. Noté una lágrima triste bajando por mi mejilla. Con su ausencia, sin su sonrisa, todo regresaba a la negrura del principio. La soledad regresaba y me envolvía. Pena. Frío. Miedo.
Por favor … No me dejes …
Bueno. Es "el primer capi", por así decirlo. Acepto críticas y eso.
Última edición por Sheegariel el Miér Abr 21, 2010 6:36 pm, editado 2 veces
Re: Solos.
: D Yo esto ya me lo leí~~~~ XDD.
Ñaa~ Me gusta : D, el chico es un encanto (L) XDD Y quiero leer la segunda parte, de la que ya sé algo ... : D (*O*)
Paso de decir algo de la forma de narrar, porque no serviría para nada xDD (para perder mi tiempo : D XDD. ¿Algo que criticar? ¿Dóondeee? XDDD).
Ña, ña, comenten, chicos ;D
Ñaa~ Me gusta : D, el chico es un encanto (L) XDD Y quiero leer la segunda parte, de la que ya sé algo ... : D (*O*)
Paso de decir algo de la forma de narrar, porque no serviría para nada xDD (para perder mi tiempo : D XDD. ¿Algo que criticar? ¿Dóondeee? XDDD).
Ña, ña, comenten, chicos ;D
Gray- Cerbero Diseñador
- Cantidad de envíos : 387
Edad : 31
Tu sexo :
Puntos : 6242
Fecha de inscripción : 31/12/2008
Re: Solos.
Heys es una historia bastante ambigua y que perfectamente puede hablar de las dos caras de una persona o.o es extraña, me gusta XD
Thobari Ryo- Administrador
- Cantidad de envíos : 680
Edad : 31
Tu sexo :
Puntos : 7569
Fecha de inscripción : 26/08/2008
Re: Solos.
Me ¿encanta?... eso es quedarse corto, esta historia me ha llegado al corazon, no hay palabras, de verdad.
Estefano- Zou-Yasha
- Cantidad de envíos : 429
Edad : 31
Tu sexo :
Puntos : 6100
Fecha de inscripción : 08/05/2009
Re: Solos.
Bueno ... Snif ... Tras acabar de ver un dorama del que ya hablaré y pegarme la llorera padre ...
Aquí va la 2ª parte, que a la vez podría ser la primera ... No tiene importancia el orden, realmente.
Sola.
Jamás había visto su cara, y aún así me ateví a preguntar quien era. Miré su rostro curiosa, pero sus ojos sólo me devolvieron una intensa pena que me hizo estremecerme. Se encogió de hombros con desánimo y guardó silencio. Parecía que mi pregunta hubiera sido formulada a la nada.
Sonreí. Tal vez eso lo animara. Puse una alegre sonrisa en mis labios, aunque hacerlo me hería profundamente. Cada sonrisa me hacía sentir como algo se rasgaba en mí. Era joven y aparentaba muy triste. No había brillo en su mirada. Sólo vacío.
“¿Y quién eres tú?”
Su pregunta me hizo ladear la cabeza llena de confusión, pero mantuve la eterna sonrisa que cruzaba mis labios. Jamás me había enfrentado al hecho de describirme a mí misma. ¿Quién era? No lo sabía. Tras una corta cavilación, traté de que mis palabras mintiesen tan bien como mi sonrisa. Tal vez si pensaba que yo era feliz quisiera acercarse a mí.
“Así no me dices quien eres …”
Repetí mi frase. Quería ser alguien feliz. ¿Por qué no lo aceptaba? Tal vez, si él lo aceptase, no necesitara fingirlo. Tal vez se volviera cierto.
Me miró con pena. No soportaba esa mirada. Si quería ser feliz él debería ayudarme, y no compadecerme. Quise gritarle, pero temí espantarlo.
“¿Por qué estás triste?”
Ensanché mi sonrisa y la señalé con los dedos. ¡Ahí estaba mi felicidad! Noté un intenso dolor al hacerlo, pero a él le repetí que yo era feliz. Ojalá me creyese, pero sus ojos sólo demostraban lo contrario.
Mientras él miraba mi rostro, lo examiné. Parecía tan solo. Sus ojos oscuros … Su mirada hueca … Yo necesitaba a alguien. Tal vez él necesitaba a alguien. Si pudiera quedarse conmigo …
“¿Tienes nombre?”
Su pregunta me hizo animarme. Tal vez quería estar a mi lado de verdad. Tuve que negar y explicarle que el nombre que había tenido ya no estaba en mi memoria. Había tratado de recordarlo, pero la palabra jamás regresaba, obstinada en mantenerse en alguna oscura parcela de mi mente.
Tal vez él tuviera nombre. Se lo pregunté, esperanzada, queriendo llenar mi vacío con la pronunciación de una palabra que no equivaliese a soledad.
“Tampoco lo recuerdo … Parece que se haya perdido dentro de mí y no quiera regresar …”
Aunque primero casi sentí decepción, pronto comprendí las similitudes que nos acercaban. ¡Ninguno recordaba su nombre! De pronto nos habíamos convertido en semejantes, y eso hacía que sintiera que ya no estaba sola.
Asintió y vi un leve brillo en sus ojos. ¿Alegría? Pude notar como intentaba sonreír, pero su intento no fue provechoso. Acabó transformada en una mueca de tristeza algo extraña, nada más.
Me abalancé sobre él y traté de que sonriese por la fuerza, curvando sus labios mientras tiraba de sus mejillas. Tenía la piel fría. Además de ese descubrimiento, no logré nada. Le pregunté si no sabía sonreír.
No habló. Sólo se encogió de hombros. Lo hacía constantemente, como si no hubiera ninguna idea que le causase algún sentimiento. Tal vez era insensible, pero lo dudaba. Sus ojos eran tan tristes …
Le confesé que yo no sabía llorar. Lo había intentado, pero finalmente había optado por sonreír al estar triste. Sólo había conseguido eso.
Por primera vez, mis palabras lo impresionaron. Abrió mucho los ojos y me miró con sorpresa, como si acabase de decir la cosa más terrible del mundo. Le pregunté por qué se sorprendía tanto, si él mismo admitía no saber sonreír. No era tan diferente.
“Es cierto … Parece que ambos seamos seres incompletos. ¿Por qué será?”
Tenía demasiada razón, pero no quería creerlo. Quería ser feliz, no incompleta. Fingí que eso no me importaba y lo insté a no preocuparse por lo que no dependía de él. Sólo lograría hacerse más daño. Le propuse que tratara de parecer feliz, como yo. Tal vez a él le fuese mejor.
Su mirada pareció apagarse más. Tal vez no deseaba fingir felicidad. Lo comprendí. Herirlo me hizo sentirme mal conmigo misma.
Caminamos juntos por ese inmenso mundo vacío que parecía no acabar en ninguna parte. No estaba segura de lo que debía hacer o decir. De pronto, los deseos de estar junto a alguien se veían eclipsados por una extraña sensación que me hacía temer algo que no era capaz de precisar. Tal vez no desease estar conmigo. Tal vez estando juntos acabáramos aborreciéndonos. Tal vez, simplemente, no éramos dos seres que pudieran convivir.
Me detuve al llegar a un sitio que no tenía nada en particular y forcé una sonrisa, aunque tal vez pareciese más natural de lo que realmente era. Le dije que ahí nos despedíamos esperando que no me preguntase por la razón, pues no sería capaz de dejarlo si sentía su pena. Tal vez él se limitase a aceptar mis palabras en silencio.
Me giré y él no habló. Deseé que me detuviese. Quise que de alguna manera me hiciese saber que tenía un lugar a su lado. Tal vez me instase a quedarme junto a él. Nada sucedió.
Mientras me alejaba, notaba su mirada clavada en mi nuca. De alguna forma, todo se hacía más oscuro cuando más me alejaba de su delgado cuerpo. No me gustaba la inmensa cantidad de nada que se extendía ocupando la inmensidad del horizonte. Apreté los puños frustrada; furiosa. Dolor. Tristeza. Soledad.
No quiero alejarme de ti …
Fin de la 2ª parte. Como mucho, habrá dos más. Como poco, una (obvio). Espero que no os desagrade.
Aquí va la 2ª parte, que a la vez podría ser la primera ... No tiene importancia el orden, realmente.
Sola.
Jamás había visto su cara, y aún así me ateví a preguntar quien era. Miré su rostro curiosa, pero sus ojos sólo me devolvieron una intensa pena que me hizo estremecerme. Se encogió de hombros con desánimo y guardó silencio. Parecía que mi pregunta hubiera sido formulada a la nada.
Sonreí. Tal vez eso lo animara. Puse una alegre sonrisa en mis labios, aunque hacerlo me hería profundamente. Cada sonrisa me hacía sentir como algo se rasgaba en mí. Era joven y aparentaba muy triste. No había brillo en su mirada. Sólo vacío.
“¿Y quién eres tú?”
Su pregunta me hizo ladear la cabeza llena de confusión, pero mantuve la eterna sonrisa que cruzaba mis labios. Jamás me había enfrentado al hecho de describirme a mí misma. ¿Quién era? No lo sabía. Tras una corta cavilación, traté de que mis palabras mintiesen tan bien como mi sonrisa. Tal vez si pensaba que yo era feliz quisiera acercarse a mí.
“Así no me dices quien eres …”
Repetí mi frase. Quería ser alguien feliz. ¿Por qué no lo aceptaba? Tal vez, si él lo aceptase, no necesitara fingirlo. Tal vez se volviera cierto.
Me miró con pena. No soportaba esa mirada. Si quería ser feliz él debería ayudarme, y no compadecerme. Quise gritarle, pero temí espantarlo.
“¿Por qué estás triste?”
Ensanché mi sonrisa y la señalé con los dedos. ¡Ahí estaba mi felicidad! Noté un intenso dolor al hacerlo, pero a él le repetí que yo era feliz. Ojalá me creyese, pero sus ojos sólo demostraban lo contrario.
Mientras él miraba mi rostro, lo examiné. Parecía tan solo. Sus ojos oscuros … Su mirada hueca … Yo necesitaba a alguien. Tal vez él necesitaba a alguien. Si pudiera quedarse conmigo …
“¿Tienes nombre?”
Su pregunta me hizo animarme. Tal vez quería estar a mi lado de verdad. Tuve que negar y explicarle que el nombre que había tenido ya no estaba en mi memoria. Había tratado de recordarlo, pero la palabra jamás regresaba, obstinada en mantenerse en alguna oscura parcela de mi mente.
Tal vez él tuviera nombre. Se lo pregunté, esperanzada, queriendo llenar mi vacío con la pronunciación de una palabra que no equivaliese a soledad.
“Tampoco lo recuerdo … Parece que se haya perdido dentro de mí y no quiera regresar …”
Aunque primero casi sentí decepción, pronto comprendí las similitudes que nos acercaban. ¡Ninguno recordaba su nombre! De pronto nos habíamos convertido en semejantes, y eso hacía que sintiera que ya no estaba sola.
Asintió y vi un leve brillo en sus ojos. ¿Alegría? Pude notar como intentaba sonreír, pero su intento no fue provechoso. Acabó transformada en una mueca de tristeza algo extraña, nada más.
Me abalancé sobre él y traté de que sonriese por la fuerza, curvando sus labios mientras tiraba de sus mejillas. Tenía la piel fría. Además de ese descubrimiento, no logré nada. Le pregunté si no sabía sonreír.
No habló. Sólo se encogió de hombros. Lo hacía constantemente, como si no hubiera ninguna idea que le causase algún sentimiento. Tal vez era insensible, pero lo dudaba. Sus ojos eran tan tristes …
Le confesé que yo no sabía llorar. Lo había intentado, pero finalmente había optado por sonreír al estar triste. Sólo había conseguido eso.
Por primera vez, mis palabras lo impresionaron. Abrió mucho los ojos y me miró con sorpresa, como si acabase de decir la cosa más terrible del mundo. Le pregunté por qué se sorprendía tanto, si él mismo admitía no saber sonreír. No era tan diferente.
“Es cierto … Parece que ambos seamos seres incompletos. ¿Por qué será?”
Tenía demasiada razón, pero no quería creerlo. Quería ser feliz, no incompleta. Fingí que eso no me importaba y lo insté a no preocuparse por lo que no dependía de él. Sólo lograría hacerse más daño. Le propuse que tratara de parecer feliz, como yo. Tal vez a él le fuese mejor.
Su mirada pareció apagarse más. Tal vez no deseaba fingir felicidad. Lo comprendí. Herirlo me hizo sentirme mal conmigo misma.
Caminamos juntos por ese inmenso mundo vacío que parecía no acabar en ninguna parte. No estaba segura de lo que debía hacer o decir. De pronto, los deseos de estar junto a alguien se veían eclipsados por una extraña sensación que me hacía temer algo que no era capaz de precisar. Tal vez no desease estar conmigo. Tal vez estando juntos acabáramos aborreciéndonos. Tal vez, simplemente, no éramos dos seres que pudieran convivir.
Me detuve al llegar a un sitio que no tenía nada en particular y forcé una sonrisa, aunque tal vez pareciese más natural de lo que realmente era. Le dije que ahí nos despedíamos esperando que no me preguntase por la razón, pues no sería capaz de dejarlo si sentía su pena. Tal vez él se limitase a aceptar mis palabras en silencio.
Me giré y él no habló. Deseé que me detuviese. Quise que de alguna manera me hiciese saber que tenía un lugar a su lado. Tal vez me instase a quedarme junto a él. Nada sucedió.
Mientras me alejaba, notaba su mirada clavada en mi nuca. De alguna forma, todo se hacía más oscuro cuando más me alejaba de su delgado cuerpo. No me gustaba la inmensa cantidad de nada que se extendía ocupando la inmensidad del horizonte. Apreté los puños frustrada; furiosa. Dolor. Tristeza. Soledad.
No quiero alejarme de ti …
Fin de la 2ª parte. Como mucho, habrá dos más. Como poco, una (obvio). Espero que no os desagrade.
Re: Solos.
Como no nos va a gustar?, lo unico, que me gusto mas el otro, pero este tambien esta muy bien.
Estefano- Zou-Yasha
- Cantidad de envíos : 429
Edad : 31
Tu sexo :
Puntos : 6100
Fecha de inscripción : 08/05/2009
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.