La historia de Mar

Mar seguía dibujando tranquilamente, Andrés observaba como el lápiz se movía por el papel, dibujando suaves trazos y creando un dibujo magnífico.
Tras una hora y media aproximadamente, el dibujo estaba terminado, reflejando con todo detalle el paisaje qeu se encontraba frente a Mar y Andrés. Ambos miraron el reloj y decidieron que volver a casa sería lo mejor, aún quedaba una hora para la hora de comer, pero era mejor ir con tiempo de sobra. A mitad de camino, el teléfono de Andrés sonó. El joven miró la pantalla de su móvil antes de descolgar y pudo leer <<Mamá>>.
-¿Si?-dijo Andrés.
-Hijo, estás con mar, ¿verdad?-preguntó su madre al otor lado del teléfono.
-Si, mamá- el joven y mar se habían parado, y la chica le miraba con interés.
-Pregúntale si se viene a comer con nosotros- Andrés formuló la pregunta a mar y la chica le respondió que no lo sabía. Probablemente su madre le dijera que si, pero aun asi tenía que preguntarle. Mar cogió su teléfono móvil y buscó en la agenda el número de su madre. Cuando lo encontró, pulsó la tecla de llamada y esperó a que su madre respondiera.
...
...
Nada. Su madre no respondía al teléfono. Como alternativa, mar decidió llamar a su hermano, Alex.
Al poco tiempo de pulsar la tecla de llamada, su hermano respondió:
-¿Si?-dijo el joven jadeante. La voz de Alex era grave, pero bella, a veces hasta musical. El joven, de hecho, era cantante en un grupo de rock.
-¿Está mamá contigo? no me coge el teléfono...- preguntó Mar.
-No, y a mi tampoco, es muy raro, me levanté a las ocho de la mañana y mamá no estaba en casa, y los sábados mamá no trabaja...-respondió Alex al otro aldo del móvil. Ciertamente era muy extraño, algo tenía que haber pasado con su madre.
-De acuerdo... bueno, cuando llegues a casa, si está mamá allí, dile que me he ido a comer a casa de Andrés, ¿de acuerdo?-Mar empezaba a impacentarse, estaba preocupada por su madre.
-De acuerdo, un beso-respondió Alex antes de colgar. Mar suspiró y guardó su teléfono en el bolsillo. Miró a Andrés un instante hablaba con su madre sobre lo que habían hecho hoy.
La joven se acercó a su novio y le respondió que aquel día comería en su casa. Andrés, con una sonrisa en la boca, le comunicó la positiva de Mar a su madre y tres eso, colgó.
Los dos jóvenes siguieron caminando, ésta vez con una conversación de palabras limitadas y respuestas breves.
Andrés había estado hablando con su madre mientras Mar se telefoneaba con su hermano, pero se había dado cuenta de que algo no marchaba bien. Andrés y mar llegaron a casa del joven, cuya fachada era algo rústica, tenía un tejado de tejas rojas y una chimenea por la cual no salía humo. A través de las los limpios cristales se podía adivinar la figura de la madre de Andrés cocinando. Andrés abrió la puerta de madera con sus llaves y dejó paso a Mar para entrar. Cuando ambos jovenes estaban ya dentro de la casa, la madre de Andrés salió a recibirlos. La madre de Andrés era una persona peculiar. Era bastante jóven, puesto que había tenido a su hijo a la edad de 18 años. La mujer era delgada, tenía una buena figura y vestía siemrpe con colores alegres, largas faldas, y buenos zapatos. Sofía -la madre de Andrés- tenía una mano divina para la cocina, de hecho tenía su propio restaurante en la ciudad, era algo caro, pero en cuando la gente tenía dinero para ir, acudía a La Buena Mesa, a tomarse un refresco con un trozo de carne exquisitamente cocinado.
Sofía portaba una bandeja con aperitivos caseros aún humeantes, la cual dejó encima de una mesa pequeña:
-A la comida aún le falta un poco de tiempo, además hemos de esperar a tu padre, así que podeis ver la tele un rato y probar los colines caseros que he hecho-Mar seguí con la mirada los aperitivos, olían realmente bien. Sofía volvió a la cocina mientra Andrés y Mar se acomodaban en el enorme sofá y encendían la televisión.
No echaban nada bueno en la tele, la programación los fines de semana era pura basura. Andrés y Mar terminaron todos los colines en cuestión de minutos, y poco tiempo mas tarde, llegó Carlos, el padre de Andrés.
Entre todos pusieron la mesa y se pusieron a comer enseguida. Sofía había cocinado algo de pasta al pesto, una salsa que le salía deliciosa. Mientras comían, los padres de Andrés charlaban sobre cómo les había ido el dia a cada uno, y Andrés y mar discutían sobre qué harían despues de comer. Poco tiempo tuvieron para decidir nada cuando de repente se escuchó un atronador rugido a lo lejos.
Era como el estallido de una bomba, pero se notaba que era un sonido animal, sin embargo ninguno de los presentes aqul día en aquella casa pudo identificar qué animal podría producir tal sonido.
Carlos se quedó alerta y miró a través de la ventana sin levantarse. A través de ella se podía ver el monte, pero el padre de Andrés no identificó nada extraño en él.
Todos se alteraron, sobre todo Carlos, que cogío su arma reglamentaria -era policía- y se quedó cerca de la puerta. Sofía les aconsejó a mar y a Andrés que se fueran al cuarto del joven. Ambos obedecieron sin rechistar, pero sin embargo no entendían a qué tanto alboroto.