BLOODY GAME 2.0 [Partida]

LOCAL ABANDONADO - TODOS

La atmósfera era pesada y el aire caliente estaba tomado. El recinto mediría poco más de veinte metros cuadrados y estaba completamente vacío, aunque en el suelo había marcas blancas con la forma de muebles que debían de haber sido retirados hacía poco tiempo. Una tibia luz anaranjada entraba por los huecos que había entre las tablas que tapiaban puerta y ventanas, y permitía ver toda la habitación.

Además de la ventana y la puerta tapiadas, había una puerta metálica en una esquina de apariencia resistente y las dos puertas de madera que daban a los baños en el lado contrario. El suelo era gris y frío, y las paredes estaban pintadas de color amarillo crema, con alguna mancha que parecía de grasa.
Ni un sonido, ni una leve corriente de aire, ni siquiera una bombilla. El silencio y aquella luz relajante era lo único palpable allí.

Ocho personas descansaban en el suelo, todos dormidos, inmóviles. Todos tenían al lado una pequeña mochila negra y cerrada en la cual estaban los pocos objetos que poseían en cualquier momento. Además, cada uno de ellos tenía una herida en la muñeca, como excavada con cuchillo, que ponía un número. Estaba casi cicatrizada, pero rojiza, y todos ellos podrían notar el escozor en cuanto despertasen.

Richard fue el primero en abrir los ojos. Todo le daba vueltas y tenía la boca pastosa. Tardó bastante en lograr enfocar algo. Se sentía pesado, con la cabeza embotada, como si acabase de despertarse de una gran resaca.

Poco a poco, el resto fue despertándose, sintiéndose de forma muy semejante al primero. Tardarían varios minutos en lograr ponerse en situación, y aún un buen rato más en dejar de sentir el cuerpo débil y la cabeza como si estuviera a punto de explotar.

Y, por supuesto, por más que tratasen de recordarlo, ninguno recordaría qué estaba haciendo antes de aparecer allí, pero al intentarlo un fuerte dolor de cabeza le asaltaría.

Se despertó como si acabasen de meterlo en una licuadora, la luz le molestaba en los ojos cuando intentó abrirlo y, aunque se los cubrió con el brazo derecho, no era capaz de ver con nitidez. Cuando fue capaz de incorporarse, pudo sentir el gran dolor de cabeza, similar a las recasacas de adolescente que hacían que la cabeza le diera vueltas. Se llevó las manos a ésta y se apretó las sienes como si tratase de detener el molesto vaivén de su cerebro para sentir un escozor incómodo en la muñeca.

Tardó todavía un rato en poder enfocar bien para adivinar de qué se trataba y, mientras, no conseguía hacerlo, se rascó levente intentando saber qué era. Parecía un corte y así pudo confirmarlo cuando al fin su mente se clarificó un poco. Un corte con forma de número 4. Abrió los ojos sorprendido y se perturbó, mirando a su alrededor. Acababa de despertarse de forma horrible, rodeado de desconocidos y en un sitio que, si no fuese por las paredes y la cantidad de puertas, habría jurado que era una nave de materiales. Y el 4 no era ninguna buena señal. Alguien se lo había hecho y, probablemente y a juzgar por el estado de semiletargo en el que estaba hasta hacía unos segundos, lo habría drogado antes.

En cuanto se dio cuenta se llevó las manos a los bolsillos del pantalón y la chaqueta. Nada, no tenía nada en ellos y eso era realmente raro... Miró a su alrededor, buscando y encontró a su lado una pequeña mochila que no dudó en abrir. Allí encontró algunas de sus pertenencias, como las llaves del coche y suspiró algo más relajado. Alguien le había robado el dinero de la cartera, pero vista la situación no le apreció ni raro.

Frunció el ceño y negó, molesto. ¿Qué había pasado antes? ¿Dónde estaba? ¿Había salido de trabajar o era fin de semana? En cuanto intentó poner en orden sus ideas la cabeza pareció estallarle y volvió a llevarse las manos a ella, molesto. Tomó aire, algo nervioso. No sabía qué hacía allí, cómo había llegado ni quién estaba con él. Pero había personas a su alrededor, aun dormidas. Quiso fijarse en sus manos con lo que miro a los que estaban a su lado para comprobar que tenían números distintos al suyo. Aquello era muy extraño... ¿Podía tratarse de una especie de broma o marketing? No sabía de ninguna venta o festividad cercanas que él supiese, pero tampoco sabía el día que era.

En cuanto se puso rebuscar más en aquella mochila que identificó como suya por encontrar sus llaves y cartera en ella, notó como otros se iban despertando con lo que la volvió a cerrar, se la puso y se quedó esperando a ver qué clase de personas tenía a su alrededor.

Desde el lugar que Richard se había levantado, observó como todos iban despertando lentamente sin dar a penas cuenta de su presencia allí sentado y serio, mirando a su alrededor. En silencio, comenzó a escuchar las voces de los que lo acompañaban en la sala y se compadeció del chico que parecía más joven. Debía ser todavía más frustrante o "aterrador" ser el pequeño en esta situación.

Miró a los que todavía quedaban sentados con cara de sorpresa o desconcierto y sonrió amablemente a aquellos con los que cruzaba la mirada. Giró la cabeza al ver como el hombre de barba cerrada se alejaba del resto y se apoyaba en la pared y se quedó mirándole unos segundos. Su actitud era dominante y algo incómoda para la situación, se comportaba como si fuese el dueño del "juego", sin embargo lo había visto despertarse como todos, con la misma marca en la mano. Se acordó de la conocida película de Saw donde el culpable aparecía sorpresivamente al final y sonrió para sí.

Volvió a girar la cabeza al escuchar al joven oriental. Al parecer el gallo viejo tenía competencia. Al igual que en un partido de tenis, Richard alternó su mirada entre ambos "contrincantes", manteniendo un gesto suave y curioso, casi divertido. El encontronazo le hacía pensar un poco menos en la situación en la que se encontraban y no había mejor forma de encontrar respuestas que observando.

Pero no pudo evitar tomar parte en la conversación cuando las palabras del hombres más mayor -que se aproximaría a su edad- llegaron a sonar demasiado "exageradas" para su gusto. La lucha de liderazgos había empezado rápido, un tipo así en una situación así era demasiado peligroso.

—Por favor, estoy seguro de que el chico no tiene la culpa —Se puso en pie con tranquilidad. En parte porque quería mantener la calma, en parte porque todavía se sentía algo extraño. —Como mucho, quien le ha enseñado a hablar así. Así que creo que no deberíamos sacar las cosas de quicio. Empecemos con buen pie —Indicó, observando un momento al chico y sonriendo amablemente al otro hombre. Luego se dirigió a todos.

—Me llamo Richard Hodkin y, por mi parte, estoy bastante perdido. Creo que no conozco a nadie en este lugar y supongo que vosotros tampoco. Sin embargo, estaría encantado de escuchar a quien supiera explicar algo —Comento con tono conciliador y humilde. —Pedir calma ahora es bastante absurdo por mi parte, pero creo que, como adultos, podemos mantenernos en paz. Al menos, por ahora —Comentó, esperando reacciones y respuestas y dirigiendo una mirada sonriente y calmada al tipo que se apoyaba en la pared.

Dos más se habían presentado al fin auqneu aquello no fuese acompañado de buenas noticias. Richard miró con desaprobación el gesto de Matthew pensando en que, si aquello era un baño, habrían perdido aun más intimidad de la poca que les quedaba en aquel cubil. Pero más preocupantes fueron las palabras de Marlene, que había pasado de ser una chica tímida a una desairada que afirmaba tan campante tener esquizofrenia. Al menos eso fue lo que Richard entendió por su comentario y no le gustó en absoluto.

Tras algún que otro grito más concluyeron que ninguno de los presentes tenía, a priori, nada que ver con el asunto y que todos estaban en similares circunstancias de desconcierto. No tuvieron, sin embargo, demasiado tiempo a mayores para repensarse la situación ya que una voz se escuchó alrededor de la sala. Voz que la chica que había hablado antes, Xia, identificó desde un altavoz en el techo.

Richars se mantuvo totalmente atento a aquel que parecía un desquiciado amante de lo tétrico con un nuevo gesto de desaprobación. ¿Todo aquello era con la finalidad de divertir a un tío? O tía, la voz no era demasiado descifrable, pero el masculino imperaba en la mente de Richard tanto por la empatía como por la grabe distorsión. La última chica se llamaba Anastasya o algo así y, por las palabras de la voz en off, parecía no estar en el mejor de sus momentos. En cuanto dio vez para preguntas, Richard no dudó en intervenir.

—¿Deberíamos encontrarnos mal por alguna otra droga? —Preguntó mirando al techo por ser este el único punto conocido de contacto con la voz.